El turismo gastronómico es un tipo de turismo ideal, pero no siempre compatible con los viajes que realizamos. Ya sea porque vamos acompañados de niños pequeños, porque tenemos poco tiempo, o porque no nos ha dado tiempo a investigar acerca de la comida local, muchas veces tenemos que dejar de lado el descubrimiento de sabores en nuevas recetas, para descubrirlos en las recetas que ya conocemos.
La falta de tiempo y de organización puede ser uno de los motivos que nos lleve a elegir comer pizza en nuestro viaje, pero además de este socorrido motivo, existen otras razones que harán que la experiencia de nuestro viaje tenga una perspectiva diferente gracias a la pizza.
Qué nos aporta la pizza mientras viajamos.
Nos permite entrar en contacto con sabores locales sin arriesgarnos a caer en un restaurante para turistas.
En muchas ocasiones, si no conocemos bien la zona que estamos visitando es difícil discernir entre un buen restaurante que ofrezca comida local y un restaurante creado específicamente para turistas, donde la comida suele ser de peor calidad y a precios muy elevados.
Todos sabemos que la pizza se ha convertido quizá en el plato autóctono más aceptado y adaptado a la gastronomía de muchos países, por lo que la opción de comer pizza puede llegar a ser un punto intermedio que nos permita, por un lado, entrar en contacto con sabores locales y por otro, acertar en términos de calidad-precio.
Nos da la energía que necesitamos para continuar el viaje y nos hace entrar en calor.
Una parada para comer pizza cuando estamos cansados siempre nos sentará bien, ya que nos dará mucha energía y nos hará entrar en calor para poder seguir con nuestra visita. Es un alimento que con poca cantidad ya nos proporciona el aliento que necesitamos para disfrutar plenamente de nuestra experiencia del viaje, alejándonos del cansancio y la desgana que genera en ocasiones caminar durante horas.
Además, si hemos tenido un día agotador siempre tendremos a nuestra disposición un servicio de pizza a domicilio, como se muestra en este link, para que podamos comer tranquilamente en nuestro alojamiento.
Es fácil encontrarla y llevarla a donde queramos.
A pesar de lo que hemos mencionado, debemos tener en cuenta que elegir comer pizza no significa necesariamente renunciar a la gastronomía de nuestra ciudad de destino. Podemos alternar las opciones y probar la comida local, si algún día disponemos de más tiempo y comprar una pizza para llevar y tomarla en nuestro sitio favorito del lugar que estemos visitando si algún día vamos algo más apurados de tiempo.
Precisamente una de las ventajas de comer pizza mientras viajamos la encontramos en la facilidad que esta nos brinda para ser consumida en el exterior, sin necesidad de cubiertos y en lugares improvisados, como puede ser la rivera de los ríos o las plazas más conocidas de la localidad que estamos visitando.
Además, al ser un plato generalmente económico, comer pizza mientras viajamos nos permitirá ahorrar un dinero que podremos invertir en probar las recetas de comida local que vayamos encontrando y que queramos probar sí o sí.
Es un acierto seguro cuando viajamos con niños.
A veces es difícil, incluso para los adultos, ponerse de acuerdo en cuestión de gustos. Cuando viajamos con niños la cosa se vuelve algo más complicada y muchas veces es preferible no arriesgar, ya que nosotros quizá podamos hacer frente a lo que nos encontremos, pero los niños te dirán siempre la verdad y no le darán tantas oportunidades a una comida que no les apetece.
Por estas razones, la opción de comer pizza mientras viajamos debe ser una alternativa más que considerable. Allá donde estemos, esta receta tan conocida, aún puede sorprendernos y aportar matices distintos a nuestros viajes.